EL CABALLERO DE OLMEDO: el genio contra el «emoji».

La Compañía Nacional de Teatro Clásico es uno de los últimos baluartes en la defensa de un teatro que, mal que nos pese, se asemeja a un animal en peligro de extinción: su supervivencia está en continúa amenaza en un tiempo de retuits, whatsapps, ultra alta resolución y “Me gusta”.

La industria audiovisual y el mundo de las nuevas tecnologías ha venido a transformar la comunicación tal y como la conocíamos, y aunque la oferta de este tipo de contenidos es cada vez mayor, cierto es que, precisamente por esa gran capacidad de expansión y de reproducción en diferentes tipos de plataformas, que permite su consumo en casi cualquier lugar, momento y situación, favorecen enormemente también su posible “pirateo”. Esto, sin duda, ha supuesto una notable ventaja para el teatro, un espectáculo que no admite copia, algo tan real y de verdad que no puede ser descargado de ninguna web ni ser decodificado en ningún canal de pago.

El arte sobre las tablas juega ahí su mayor baza, la presencia, la carnalidad de sus intérpretes, sus voces que se diluyen entre el patio de butacas. Apostar por un texto en verso, en la época de los emoticonos, no deja de ser una arriesgada aventura de la que no se conoce el desenlace. Visto lo visto, la apuesta ha merecido mucho la pena. Mucho.

Apostar por un texto en verso, en la época de los emoticonos, no deja de ser una arriesgada aventura de la que no se conoce el desenlace. Visto lo visto, la apuesta ha merecido mucho la pena. Mucho.

Es un auténtico deleite para los sentidos ver cómo toma forma el texto de Lope en esta historia de celos, romance, amor y desprecio. Cuando se tiene la suerte de poder ver esta conjunción de talento sobre un escenario, uno da gracias una y mil veces de que proyectos como la Compañía Nacional de Teatro Clásico sigan existiendo y haciendo perdurar, con su arduo trabajo, el legado inmortal de nuestros mejores autores.

La puesta en escena es sobria y oscura, perfectamente adaptada al contenido de la obra. Pero el mayor logro de este montaje es, sin duda, su reparto. Hubiera sido fácil desvirtuar el prodigioso texto del “Fénix de los ingenios” en manos de otros intérpretes, pero lo cierto es que todo el elenco es redondo, donde ninguno desentona y todos brillan, destacando especialmente el trabajo de Daniel Albadalejo como “El caballero de Olmedo” y de un inmenso Arturo Querejeta como “Tello”, aunando de forma precisa el toque de comedia con el drama que se narra en esta historia. Todos ellos ayudados con una gran iluminación que acentúa los diferentes escenarios y un exquisito vestuario de Lorenzo Caprile.

Arturo Querejeta, Charo Amador, Daniel Albaladejo. (Foto: Chicho)

Cuando podáis, cuando vuelva a Madrid o en cualquier rincón de España, no dejéis pasar la oportunidad de ver esta joya que permite entender la grandiosidad en el uso del lenguaje de uno de los escritores más talentosos que uno pueda leer, la profundidad de cada uno de sus versos y la constatación que el teatro sigue vivo y en una excelente forma. Lope es necesario, atemporal y eterno y la CNTC es la mejor muestra de que nunca debemos perder la esencia de las mejores cosas.

Lope es necesario, atemporal y eterno y la CNTC es la mejor muestra de que nunca debemos perder la esencia de las mejores cosas.

EL CABALLERO DE OLMEDO de Lope de Vega. Teatro de la Comedia (24/03/18).

Reparto: Daniel Albadalejo, Arturo Querejeta, Fernando Sendino, Rafael Ortín, Isabel Rodes, Elena Rayos, José Vicente Ramos, Charo Amador, Antonio de Cos.

Versión y dirección: Eduardo Vasco.

Escenografía: Carolina González.

Vestuario: Lorenzo Caprile.

Iluminación­: Miguel Ángel Camacho.

Producción: Noviembre Compañía de Teatro.

Deja un comentario